Está oscuro, pero no tengo miedo. Escucho un eco a lo lejos, pero no logro descifrarlo, es confuso…
Siento cansancio, pero… ¡me siento bien! Es raro, a pesar de
todo me han dado un espacio para moverme, pero no lo hago mucho… no quiero
incomodar.
Cuando llegué, aún tenía un vacío interminable, pero alguien
me susurró… aunque no lo vi. Lo sentí cerca, me entregó algo, pero entendí que
era un préstamo… fue cuando desperté, y ya era yo.
… Ahora escucho un poco mejor, parece la voz de una mujer. ¿Cómo
lo sé? Porque es dulce, suave como la seda, me penetra los sentidos… a veces la
siento sollozar, se tranquiliza, me acaricia y se calma.
Me habla, me canta, y siento que nada más existe. Es una
sensación de ternura que no sé explicar. Quisiera tocarla, pero no puedo. Y
cuando trato, ella se queja, así que me aquieto, y espero.
Ha pasado el tiempo y sigo aquí. Pero la sensación de tener
que dejar todo esto, cada día me impacienta más; a veces me atormenta, pero a
ella no parece molestarle.
De a ratos se acerca un hombre, reconozco su voz, es gruesa,
muy afable, y me hace sentir mucha seguridad. Pero sigo sin poder ver.
… ¡Todo esto me está matando!... pero no es así… es otra
cosa. ¿Pero qué? No entiendo nada… ¿alguien me puede explicar que pasa? ¿Qué le
hacen a ella? ¡Cielos! Ella no se mueve, no la siento, pero hay mucho
movimiento.
Otra vez un hombre, pero no es el mismo, la voz cambió. Lo
escucho más cerca y hay mucho ruido… ¡Oh! ¿Qué? Pero… está destrozando mi
espacio. ¡No puede ser! Siento sus manos, y ella no hace nada… sigue dormida… pero,
hay otra mujer. ¡Dios, mis ojos! no puedo respirar… ¡un momento!, no es así,
ahora respiro. ¡Ouch! ¿Pero qué le pasa? Me golpea, una y otra vez… pero… quiero
llorar y no puedo. Me golpea de nuevo, mi piel enrojece. Ahora sí, ¡me escucho,
soy yo! ¡Pero, esperen! ¿Dónde está ella?...