sábado, 31 de octubre de 2015

En compañía...


¿Uhmm que pasa? No me termino de despertar y alguien juega con mis mejillas, pero no sé quién es. No veo nada, mi cama se mueve y siento que doy pequeños brincos, pero no logro ver. ¡Ay caramba, que forma de despertarme! No logro ver, se mueve muy rápido, trato de seguir sus movimientos con mi mirada, pero es poco lo que puedo moverme.

¡Ups!, se ha detenido enfrente de mí, la veo y me mira, se sonríe y me hace muchas señas que no entiendo. ¿Quién es ella? ¡Oh, que besos!, jaja no sé por qué me causa tanta risa sus gestos y sus movimientos. Al parecer tiene mucha energía porque no deja de brincar, y yo tampoco, pero no me molesta.

Que tierna es, me hacen cosquillas sus caricias y sus besos juguetones. Aun no puedo distinguir su edad, pero parece doblarme en tamaño, lo cual le permite moverse más rápido que yo.

Tiene rizos y ojos negros, y su piel es muy blanca y suave. Ahora me observa y ha dejado de moverse, solo me acaricia mientras sigue sonriendo, pero ahora es diferente, me mira diferente, es como si pensara en algo mientras lo hace. Se acuesta a mi lado mientras peina mi cabello con sus manos y me habla, y dice mi nombre es voz alta, ¡me conoce, rizos negros me conoce!.

Alguien entra, sí, es ella, se acerca y me toma en sus brazos y se sienta junto a rizos. Ahora ambas me acarician en silencio, y yo con un gran esfuerzo trato de moverme y alargar mis pequeños brazos, cuando de repente, ¡si!, ¡puedo, puedo, por fin! las puedo acariciar. ¡Wuao!, qué momento tan mágico, ahora si entiendo sus miradas cuando me acarician, porque ahora que puedo tocarlas, lo único que siento es un ternura infinita, que hace que ese instante se vuelva inolvidable.

domingo, 18 de octubre de 2015

Comienzo...


He despertado hoy en un lugar diferente, con un aroma que penetra mis sentidos y que de alguna forma me hace sentir confortable. Abro mis ojos y ahí esta ella, justo frente a mí.

Veo a mi alrededor, las luces han cambiado, ya no son blancas y frías, estas son de un amarillo tenue que desprenden calidez, esa que nos hace sentir la tranquilidad que siempre buscamos, esa que nos hace sentir en el único lugar donde convergen las energías de todo lo que somos y lo que tenemos… ese lugar que llamamos vida.

Al parecer estoy en el sitio más estratégico para observarla, ella se mueve de un lado al otro, y de a ratos me llegan olores tan agradables, que me hacen cerrar los ojos para disfrutarlos. La nevera se abre y se cierra con la rapidez con la que ella toma cada cosa, corre a lavarlas, cortarlas y sazonarlas.

Yo solo sonrío, la observo y la disfruto. Ella frecuentemente voltea y me mira, me sonríe y mientras lo hace sus ojos brillan tanto como los míos.

Por ahora sólo debo conformarme con los exquisitos olores que salen de sus manos, ya que en las mías, simplemente hay una especie de recipiente, que al parecer es capaz de medir lo único disponible para mi consumo.

Al terminar, y con una dulzura infinita, toma con sus manos este equipo sofisticado de cuatro ruedas desde donde la observo, y besa, me acaricia, me toma por las mejillas haciendo caer mi recipiente, y me vuelve a besar y a besar y a besar, y yo simplemente disfruto y atesoro ese momento, como uno de los tantos momentos que no sólo dejaron una huella en todos mis sentidos, sino también en mi corazón.