domingo, 18 de octubre de 2015

Comienzo...


He despertado hoy en un lugar diferente, con un aroma que penetra mis sentidos y que de alguna forma me hace sentir confortable. Abro mis ojos y ahí esta ella, justo frente a mí.

Veo a mi alrededor, las luces han cambiado, ya no son blancas y frías, estas son de un amarillo tenue que desprenden calidez, esa que nos hace sentir la tranquilidad que siempre buscamos, esa que nos hace sentir en el único lugar donde convergen las energías de todo lo que somos y lo que tenemos… ese lugar que llamamos vida.

Al parecer estoy en el sitio más estratégico para observarla, ella se mueve de un lado al otro, y de a ratos me llegan olores tan agradables, que me hacen cerrar los ojos para disfrutarlos. La nevera se abre y se cierra con la rapidez con la que ella toma cada cosa, corre a lavarlas, cortarlas y sazonarlas.

Yo solo sonrío, la observo y la disfruto. Ella frecuentemente voltea y me mira, me sonríe y mientras lo hace sus ojos brillan tanto como los míos.

Por ahora sólo debo conformarme con los exquisitos olores que salen de sus manos, ya que en las mías, simplemente hay una especie de recipiente, que al parecer es capaz de medir lo único disponible para mi consumo.

Al terminar, y con una dulzura infinita, toma con sus manos este equipo sofisticado de cuatro ruedas desde donde la observo, y besa, me acaricia, me toma por las mejillas haciendo caer mi recipiente, y me vuelve a besar y a besar y a besar, y yo simplemente disfruto y atesoro ese momento, como uno de los tantos momentos que no sólo dejaron una huella en todos mis sentidos, sino también en mi corazón.

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